Sus esfuerzos se limitaban a intentar recordar y poder resolver la pregunta del por que se encontraba ahí, pero en su mente no tenia ninguna imagen que antecediera el momento de su despertar. Por más que intentaba traer recuerdos a su cabeza solo se generaban mas preguntas. “cuanto tiempo estuve dormido?”, “he despertado realmente, o sigo en una tediosa pesadilla?”, “estoy Vivo, o he abierto mis ojos para respirar los vientos de la muerte?”, es en ese instante en que se encuentra con un cambio en su andar, aquel largo pasillo terminaba con su monotonía. Había llegado a una esquina, que obligaba virar.
Unos pasos mas adelante se repetían las esquinas, unas daban la continuidad hacia la derecha, otras a la izquierda y algunas en ambas direcciones.
Esto alimento aun mas su confusión, aquel malogrado hombre no sabia si ahondarse en aquel laberinto o dar marcha atrás, y volver al lugar donde despertó.
Su desesperación era tal, que al mirar los muros intento treparlos. Pero estos eran tan lisos como el vidrio, que no daban posibilidad alguna de alejarse unos centímetros del suelo. Eso no impidió que intentara una y otra vez llegar a la cima, y así terminar con tal incomprendido encierro.
Ya al darse cuenta que solo estaba gastando energía y la retribución de sus actos era nula, sus ojos rompieron en llanto, un llanto de miedo, impotencia y soledad. En medio de aquel incontrolado suceso, sus oídos escucharon un ruido. Fue el primer sonido que sintió desde que sus ojos se habían abierto a tan lúgubre realidad. Era como si alguien arrastrara algo sobre un suelo de piedrecillas.
No dudo en buscar el origen del sonido. Miro para todos los lados y se acerco a la esquina mas próxima, antes de llegar a ella, desacelero el paso y con movimientos muy cautelosos, asomo la cabeza primero que el cuerpo. Antes que su visión fuese total. Una fuerte ráfaga de viento empolvado hizo que por instinto cerrara sus ojos, esta duró unos segundos, y cuando termino, también había cesado el sonido, pero no así su curiosidad de saber que había al dar vuelta la esquina. Nuevamente asomo la cabeza y al ver el pasillo, no encontró nada, tenia la misma desolación que sus antecesores. Algo confundido dio vuelta, apoyo su espalda en el muro y miro al cielo. Un cielo nublado y con una luz parecida al atardecer. No había manifestado cambio. Cuando incorporo la vista al camino, la impresión le hizo dar un salto aterrador. Había un hombre sentado junto al muro del frente.

sábado, 16 de agosto de 2008
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