domingo, 16 de noviembre de 2008

7. Mi Propio Laberinto

El cansancio de aquel hombre, no le dio fuerzas para seguir. Se acerco a un muro apoyo su espalda en el, estaba frió. Miro nuevamente el cielo, que mantenía su lúgubre apariencia. Y a su mente llego uno de los gritos, de aquellos músicos. “La Marioneta!”. Cual marioneta?… después de un momento sin intención de buscar respuesta a su cuestionamiento. Escucho nuevamente una voz.
Era un muñeco de madera bien vestido, sus movimientos eran tiesos y bien articulados. Su rostro tenía dibujada una sonrisa. Y los ojos danzaban con un mecánico pero ligero pestañar.
Estaba sentado en el muro del frente, repitiéndose así la escena con el Ventrílocuo.
Pero esta vez su compañero hablaba, y mirándolo a los ojos sin dejar de reír. le dijo:

“Eres tu el visitante y yo la Marioneta, que goza de una gran autonomía. Eres tu el hombre, que se cuestiona la aparición de aquel ventrílocuo, pero mucho mas su desvanecimiento. Eres el individuo que se relajo escuchando a los melódicos “Pigmeos del ritmo”, pero que también fue el culpable de su alboroto. Eres el personaje que escucha a un muñeco intentando encontrar respuesta a todo esto. Eres tú el dueño de mis palabras, a la vez eres tu el director de aquella orquesta”. Y así después de un silencio, aquel muñeco se le acerco y retomo la palabra, diciéndole: “Eres tu el ventrílocuo mudo, que esta encerrado aquí por no escuchar el eco de tus pasos dejados anteriormente”

FIN.